jueves, 10 de enero de 2013

Poder

Eran 5 sombras alrededor de una fogata, murmuraban, reían, callaban. Pero el fuego se apagó, y con el huyeron las sombras. De vuelta a casa, me enciendo un cigarrilo, como cantaba Joaquín Sabina en aquel Hotel, dulce hotel. A lo lejos distingo las pisadas de los cascos de un caballo en la arena de un desierto muy caluroso, que por la noche deja de ser el mismo. La víbora serpentea su esbelto cuerpo encima de esta arena, la misma arena que hace unos 5 años eran esa piedra en la que decidí no volver a caer en la trampa de los señores con traje.

Ando cuesta abajo por las calles del pueblo, el mar me susurra al oido miles de emociones, la agradable brisa me mece mientras ando cuesta abajo, los pájaros vuelan a mi alrededor, el sol me alumbra dejandome constantemente a una temperatura tan cómoda, tan agradable, que me lleva a los brazos de una madre que acaba de dar a luz.

Siento el poder, siento el mundo, siento la luz, siento que estoy iluminado, siento que algo me caracteriza, siento que empiezo a autocompletarme, siento que soy la naturaleza, soy la música, soy todo.

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